IDFA – International Documentary Film Festival Amsterdam

Cuando encontré en el desván las viejas grabaciones que mi padre había hecho en los años 80 y 90, algo se movió dentro de mí. No fue solo la fuerza del recuerdo, sino una especie de llamada: el deseo de volver a esas imágenes, de vivirlas desde dentro. Sentí que había algo aún por contar… algo que tenía que ver con el mar, con el oficio, con nuestra relación como padre e hijo.

Durante mucho tiempo no supe por dónde empezar. Tenía intenciones sueltas, fragmentos de ideas y sensaciones que no llegaban a tomar forma. Hasta que se dio una situación casi mágica: embarcarme con mi padre al Gran Sol. Sin plan, sin guion, no lo pensé demasiado. Tenía que ir. Tenía que vivir lo que él había vivido. Solo así podía contar esta historia. Dejé que me guiara una fuerza interior, una intuición que venía de lo más profundo, del corazón, de las entrañas. Y así fue como decidí hacer la travesía. Para mirar, para sentir, para comprender. Y para contar.
En el mar descubrí un escenario inmenso, y no solo un lugar físico sino también un espacio emocional, de resistencia. La soledad de los hombres se hacía visible, casi cósmica, y los cuerpos se movían al límite entre el oficio y el ritual. El barco de mi padre se convirtió en el único escenario posible. En él navegaban no solo la tripulación, sino también las cicatrices emocionales de generaciones de hombres de mar. El tiempo, el silencio, el vacío… Todo aquello que no se dice, pero que pesa. Y entre ellos, mi padre. Y yo, observando.

La película nació de esa experiencia. Pero también de una apuesta estética y ética: la de trabajar con multiformato, con el archivo doméstico, con material analógico y digital. Desde siempre he entendido el cine como un lugar donde dialogan lenguajes y soportes, un lugar de confluencia donde lo real y lo onírico pueden convivir. Aquí no quise ilustrar una historia, sino construir una forma de estar, de resistir, de mirar.
El mar está presente en cada plano, pero también en cada ausencia. No es solo el contexto: es la grieta, el reflejo, la magnitud. Un espacio que separa y une. Un espacio que también habla de mí.

Esta no es solo una película. Es un viaje iniciático. Una manera de entender quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy.

Fomos Ficando Sós es eso: una travesía personal y cinematográfica. Un intento de entender mi relación con el mar, con mi padre, con la herencia emocional que deja el trabajo. Y también una búsqueda de una forma de mirar distinta, propia.

Gracias por acompañarme en esta travesía.