Título: LA ESTRELLA ERRANTE
Duración: 67 min.
Color: Color
Formato de grabación: HD
Idioma original: Castellano
País de producción: España
Producción: El Horlá
Coproducción: Zeitun Films · El Viaje Films
Año de producción: 2018
Título: LA ESTRELLA ERRANTE
Duración: 67 min.
Color: Color
Formato de grabación: HD
Idioma original: Castellano
País de producción: España
Producción: El Horlá
Coproducción: Zeitun Films · El Viaje Films
Año de producción: 2018
Con Robert Perdut y Nacho Alonso
Director y Guionista: Alberto Gracia
Director de fotografía: Mauro Herce y Alberto Gracia
Sonido directo: Amanda Villavieja
Diseño sonoro: Alberto Gracia y Berio Molina
Montador: Alberto Gracia
Música: Jonay Armas
Productor: Alberto Gracia
Coproductores: Felipe Lage Coro · José Alayón
Rotterdam International Film Festival (Países Bajos)
SEFF Festival de Cine Europeo de Sevilla. Premio DELUXE Las Nuevas Olas No Ficción
Dock of the Bay San Sebastián. Premio al Mejor Documental Musical
FICCI Festival Internacional de Cine de Cartagena (Colombia)
Festival Márgenes
FIDOCS Festival Internacional de Documentales de Santiago de Chile
Black Canvas Festival de Cine Contemporáneo de México
Transcinema Festival Internacional de Cine (Perú)
Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay
La Estrella Errante trata de ser fiel, tanto a nivel formal como conceptual, a la naturaleza abstracta de la imagen digital de alta definición.
Es una película fiambre, porque trata de no-muertos, porque es fría y porque es un alimento rápido para ojos hambrientos.
Parte de una información, entendida esta como la unión improbable de dos elementos, para generar un discurso cercano al televisivo y al relacionado con las plataformas digitales de videos amateur, a la vez que al cinematográfico.
A través de guiños al metacine y dejando por momentos de lado la verosimilitud, abordo con crudeza el desencanto que supone el presente eterno de la imagen (su presencia constante) y la representación imposible. Es la promesa de la imagen de significar algo, que acaba siempre en frustración. A la paradoja de que ver es perder (pues nos es imposible verlo todo), se le une la de que el deseo y la mirada son las bases de nuestra relación interpersonal como imágenes, como seres de luz que han perdido su cuerpo (algo ya de por sí consustancial a la propia relación entre deseo e imagen).
El montaje roza lo psicótico y contrasta con la hegemonía del sonido, recalcando que en estas imágenes sin alteridad, el sonido manda, con independencia de lo que ello supone a un nivel identitario tanto para los personajes como para los lugares y la propia película.
La premisa es clara: si el lenguaje no significa, y el olvido es el pilar de nuestra relación psicotrópica con la imagen, ¿Dónde están nuestro yo y el mundo? ¿Cuál es el lugar de la muerte y cuál el del silencio? ¿Será el canto la expresión fantasmal de la infancia perdida?
¿Será el recuerdo la solución del enigma que nos constituye? ¿Será el cine el lugar del recuerdo pero también el del olvido por exceso de recuerdos? ¿Qué es lo que nos depara la inmersión de la imagen digital en la antaño imagen analógica y por ende representativa de la fotografía y el cine? ¿Por qué nos hemos convertido todos y todas en cineastas?
Preguntas que son su respuesta, preguntas que son respondidas con preguntas, por los hijos monstruosos e inmortales de la razón que se han hermanado en la visión. Buscándose en sí mismos a sí mismos, sin cesar. A golpe de like con el biógrafo montado en su mochila.
Unos personajes masculinos disfuncionales plantean estas preguntas en un mundo uterino, maternal, donde nadie sabe a dónde van a parar las cosas corrientes, que no se pueden contar. Personajes históricos que ya no tienen historia más allá de su identificación narcisista con la imagen.
¿Será la muerte la única salida a esta falta de sentido?